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16 diciembre 2014

A horas de la Semifinal, Bauza y Romagnoli hablaron en conferencia de prensa

Tan sólo un día separa a San Lorenzo del objetivo que tuvo en mente luego de levantar la Copa Libertadores en el pasado agosto, y aunque es un paso previo al que realmente sueña, no puede subestimar al rival que ya logró un par de victorias en este Mundial de Clubes. Hoy luego del entrenamiento del equipo las dos caras más fuertes del plantel hablaron ante los medios.
Sobre el equipo neozelandés, la “cenicienta” del torneo, el “Patón” dijo lo siguiente: “Vamos a encontrar un rival muy difícil, vimos tres partidos de Auckland. Sabemos cómo juega, cuál es su patrón de juego, cuáles son sus puntos fuertes. Lo analizamos desde ese punto de vista y no desde las condiciones de profesionalismo del plantel”.Y debido a la duda que había sobre quien acompañaría a Kannemann en la zaga central comentó: “Mario (Yepes) transmite confianza y experiencia, es un jugador importante. Pipi, Cetto, Matos se quedan afuera en este partido, pero a veces hay que tomar estas decisiones determinantes. Lo elegí por su momento, se adaptó bien desde su llegada".
Por otra parte “el Pipi” Romagnoli”, el hombre que estuvo en las tres competiciones internacionales ganadas por el club, dejó sus impresiones sobre el partido de mañana: “Estoy un poco ansioso, hace unos días que estamos en Marruecos, entrenando, con expectativas, queremos hacerlo de la mejor manera y ganar. Lo importante es que el equipo está bien. Somos conscientes de lo que estamos jugando y estamos en el lugar que queremos estar. Vamos a disfrutarlo con responsabilidad". Y sobre una final contra el Real Madrid concluyó: "Real Madrid es el candidato, obviamente, no lo discutimos ni nos vamos a enojar. Pero no dejan de ser partidos. De tener la chance de jugar la Final, serán 90', un partido solo, uno se puede levantar mal, el otro bien, la pelota puede no entrar. No hay que subestimar a nadie".
Torrico; Buffarini, Yepes, Kannemann, Mas; Mercier; Ortigoza; Verón, Kalinski, Barrientos; y Cauteruccio serán los once que desde las 16.30 hs. enfrenten en el Gran Estadio de Marrakech a Auckland City.
Por Carlos Souto @carlossouto11

15 diciembre 2014

Morir de pie

Se escapó. El último torneo corto quedó para Racing, que hizo los deberes y venció en el Cilindro a Godoy Cruz por 1 a 0. Con ese mismo resultado River hizo lo suyo derrotando a Quilmes en un duelo friccionado en el que la igualdad se rompió mediante un golazo de Carlos Sánchez.
En términos generales no fue un buen desempeño del conjunto de Gallardo. Apenas un corto tramo de fútbol dinámico no alcanzó para desequilibrar el marcador en los primeros 45. Con las excepciones de Teo Gutiérrez y Mercado por diversas lesiones, el equipo fue el mismo que apenas cuatro días atrás se consagró en la final de la Copa Sudamericana. Desde un principio se vio a un River auspicioso, con claras intenciones de salir a buscar el partido, poniendo el juego en campo rival y haciéndose de la posesión del balón. Sin embargo, la sintonía fina reluciente en otras oportunidades se ausentó y los pases que frenan carreras así como los errores individuales se hicieron notar. Un destacado primer tiempo de Ponzio –manteniendo el alto nivel alcanzado en los últimos encuentros- en conjunto con un encendido Piscullichi fueron insuficientes para generar peligro en el arco rival. Sánchez nunca conectó con un dubitativo Solari -errático a la hora de controlar pases largos y descargar en los delanteros-, sin poder generar ninguna proyección interesante por la banda derecha. Por el otro lado, Vangioni, que encontró la libertad para proyectarse que no tuvo versus Nacional de Medellín, chocaba con delanteros lentos a la hora de desmarcarse, anulando toda tentativa por su sector. En otras palabras, tanto la solvencia de Mercado en cada intervención así como el talento de Teo para aguantar la marca de espaldas al arco se hicieron extrañar.
El desarrollo del juego no tuvo un cambio abrupto en la segunda mitad. El gol de Racing apuraba todavía más a un necesitado River, que con mucho ímpetu pero con poco fútbol procuraba irse ganador. A la larga, la actitud rindió frutos: Sánchez,  posiblemente el mejor jugador del semestre, sentenció un golazo de afuera del área con su pierna menos hábil. A partir de allí, el tiempo sobró, haciendo largo a un partido monótono y falto de emociones, potenciando el resultado en Avellaneda las ganas del pitido final, adelantado –tristemente- por incidentes con el público local.
El técnico tomó la decisión: vio el desgarro de Maidana en la Bombonera y decidió prescindir de sus principales figuras para el duelo más importante del torneo. La idea no era descabellada a priori y lo es menos todavía con la Sudamericana adornando la vitrina. Así y todo, desde aquí creemos que el punto de quiebre no fue la triple carambola en el Cilindro, sino el domingo en el que el once ideal no pudo con un débil Olimpo. De haber mantenido la distancia en la tabla, una derrota frente a Racing conducía inevitablemente al partido desempate.

No se dio, no fue así, la prioridad fue otra. En un 2014 para el recuerdo, la sensación de que el bicampeonato estaba casi en el bolsillo le duele al hincha de River. De todas formas, este plantel cumplió con alzas las expectativas, devolviéndole el buen gusto al futbol argentino, priorizando el ataque, desplegando un juego vistoso como hacía años que no se veía. Simplemente gracias a un equipo que peleó dignamente en ambos frentes y demostró que el funcionamiento colectivo puede más que los nombres propios.


Por Ignacio Alejandre @nachoalejandre.

12 diciembre 2014

Viaje a la ilusión

Ayer por la tarde el plantel de San Lorenzo viajó hacia Marruecos. El sueño del Mundial de Clubes está a la vuelta de la esquina.
23 jugadores sumado al lesionado Gonzalo Prósperi, cuerpo técnico y parte de la dirigencia del “Ciclón”, serán los que esperen al miércoles próximo para debutar en el Torneo ante el Auckland City de Nueva Zelanda o el Entente Sportive Setif de Argelia en Marrakech. Ésta misma ciudad será donde se alojará el equipo argentino y en donde el domingo 20 se jugará la Final.
La lista de  plantel es:
Arqueros: Sebastián Torrico, Leonardo Franco y José Devecchi.
Defensores: Julio Buffarini, Mauro Cetto, Mario Yepes, Walter Kannemann, Fabricio Fontanini, Emmanuel Mas, Ramiro Arias y Matías Catalán.
Mediocampistas: Néstor Ortigoza, Juan Mercier, Pablo Barrientos, Héctor Villalba, Leandro Romagnoli, Enzo Kalinski, Juan Ignacio Cavallaro y Facundo Quignón.
Delanteros: Martín Cauteruccio, Mauro Matos, Nicolás Blandi y Gonzalo Verón.
Por Carlos Souto @carlossouto11

11 diciembre 2014

El famoso River Plate

Y llegó nomás. Después de 17 largos años en los que pasó de todo, River vuelve a levantar un trofeo internacional. Suma a su extensa vitrina la Copa Sudamericana, competición que ganó de punta a punta, invicto y solamente cosechando dos empates.
Ante un marco imponente, la noche no se presentó fácil para el equipo de Gallardo. Atlético Nacional ratificó lo que había hecho a la ida, demostrándoles a propios y extraños el buen nivel de fútbol que es capaz de ejecutar. Intentó repetir la fórmula del duelo de Medellín explorando la banda de Vangioni, aunque esta vez se encontró con una propuesta diferente: el lateral, luego de no haberla pasado para nada bien siete días atrás, se resguardó mucho más de lo que suele hacerlo, sin pasar prácticamente al ataque y frenando una y otra vez las envestidas del peligroso Berrio. Con su arma principal anulada, al conjunto cafetero se le hizo cuesta arriba llegar al arco de Barovero, quien nuevamente –tal como el mote de “arquero de equipo grande” le exige- respondió ejemplarmente en las pocas que tuvo.
El primer tiempo se fue sin goles pero con un River superior. Ponzio evocó a Mascherano, anticipándose continuamente a los jugadores visitantes y cortando todo lo que pasó cerca de él, sin sufrir la soledad con la que se encontró en Medellín. Mientras Pezzella y Vangioni bloqueaban sus sectores, Mercado sufría en más de una oportunidad el dos-uno por su banda, dado que el uruguayo Sánchez no llegaba a retroceder luego de sus incesantes corridas en buscas del primer tanto. Por su parte, Ramiro Funes Mori no tuvo una de sus mejores noches, saliendo a cortar a destiempo lejos del área. Pese a estos inconvenientes, las llegadas del millonario no se hicieron esperar, convirtiendo en figura al arquero Armani. De haber estado Teo un poco más inspirado, River se podría haber ido al descanso tranquilamente con uno o dos goles de diferencia. El colombiano estuvo titubeante en los últimos metros, sin sacar rédito de las continuas posibilidades que Mora se encargó de generarle. El delantero uruguayo fue el más importante del ataque millonario. ¿Cómo, si no le pegó al arco ni una vez? Fue un dolor de cabeza para todos los defensores, sometiéndolos a una presión que los llevaba a cometer errores en las salidas. Curiosamente, un delantero “moderno” que en sus últimos partidos tuvo mejores actuaciones sin pelota que con ella.
Sin presentar ninguna modificación, el segundo tiempo se inició con un andar diferente. River cedió el protagonismo y estuvo al borde del 0-1 cuando el mellizo arriesgó de más en una de sus habituales arranques con pelota al pié. A partir de allí, el pánico al papelón hizo que todo lo que pasara cerca de su pie izquierdo volara por los aires: pelotazo y a otra cosa –era lo que pedía el juego, menos riesgo en su campo dado que salir jugando no era fácil-, podría sintetizarse el resto de su partido. Frente a la incapacidad de Nacional para generar serio peligro en el arco de Trapito, los dirigidos por Gallardo volvieron a hacer uso del juego aéreo, clave en este semestre. Entre la sublime ejecución de Piscullichi y la capacidad goleadora de sus defensores, Mercado y Pezzella, respectivamente, sellaron dos cabezazos inatajables para el bueno de Armani.
Con los dos goles de ventaja y la copa en sus narices, el orden de River sepultó las chances del conjunto visitante, inocuo en los últimos 30 minutos. Virtud a destacar: en contraposición con el reconocido “colgémosnos del travesaño”, el millonario situó el juego lejos, lejísimos de su vaya; presionó más arriba que nunca, forzando a los defensores colombianos a equivocarse continuamente, sin posibilidad de colocar ni un sólo centro en el área de Trapito.

¿El resto? Una fiesta que ya se había iniciado después del cabezazo de Pezzella. Ovación para un reivindicadísimo Ponzio, para la clase majestuosa de Piscu -posiblemente el mejor refuerzo de los últimos años-, para Cavenaghi y su eterno amor por esta camiseta, para Barovero y sus fundamentales intervenciones en el certamen -para Gigliotti-, para todo aquel que pasase cerca de la cámara y para él, para el autor de esta reinvención, para el hijo de la casa, para el cerebro de la operación: para Marcelo “Muñeco” Gallardo. 


Por Ignacio Alejandre @nachoalejandre.

06 diciembre 2014

El retorno

Boca recibirá a Gimnasia desde las 20.30hs con el arbitraje de Diego Abal. Juegan los mejores, y será el primer partido en la Bombonera desde la eliminación de la Copa Sudamericana. Estará Gigliotti desde el arranque.
“Para jugar al fútbol se necesita algo para competir. Se necesita tensión, un objetivo. Algo que te motive para ganar”. Firmado: Pep Guardiola. La dificultad que conlleva disputar un partido con el objetivo de ganar pero sabiendo que no hay un premio mayor, puede jugar de forma adversa o, por el contrario, beneficiosa para el jugador. Por un lado, sería bueno que manifestaran una soltura futbolística que eleve su nivel colectivo. Por el otro, una merma y disminución en el compromiso porque, como dice Guardiola, “para jugar al fútbol se necesita algo para competir”.
Boca está en esa situación, al igual que Gimnasia. Será un partido, como todos los de este fin de semana, que carecerá de emoción por el simple motivo de que no hay ni forcejeos en la zona baja, ni en la alta. Boca jugará con la herida todavía abierta de saberse afuera de la final de la Sudamericana y con el sabor amargo de los puntos perdidos en el campeonato que impidieron una pelea protagónica del conjunto de Arruabarrena.
Erbes y Díaz volverán a la titularidad tras el descanso en la Fortaleza. De aquel 0-2 al 2-2 en el final, a un enfrentamiento en casa contra Gimnasia. ¿Jugar mejor o simplemente disputar el compromiso por obligación aguardando el final de la temporada y el inicio de un mejor 2015? La segunda opción parece más atractiva aunque, como dijo el Vasco dándole play al cassette: “en Boca hay que ganar todos los partidos”.
Calleri estuvo en duda durante la semana, pero será de la partida tras el buen ensayo de fútbol del jueves en el cual anotó dos goles. Los once serán: Orión; Marín, Forlín, Díaz, Colazo; Fuenzalida, Erbes, Castellani, Carrizo; Calleri y Gigliotti. El 4-3-3 quedó en el camino. Ahora es un claro 4-4-2, con Carrizo como volante por izquierda y la doble punta bien marcada, jugando mano a mano contra los centrales rivales.

¿Cómo será el recibimiento al equipo después del duro golpe? Hubo días para amortiguar el impacto de la derrota. Hubo, también, pasacalles cuestionando a Gigliotti. Es todo una incógnita. Lo cierto es que, lógicamente, el foco estará en las tribunas más que en el campo de juego. Más aún, si sumamos las oportunas declaraciones de Riquelme entresemana dejando la puerta abierta para un ¿posible regreso? “Cuando termine el campeonato veré que hago”, deslizó. En las malas, Angelici será siempre cuestionado. Román, otra vez, sacó a relucir su oportunismo mediático. 

Por Matías Adami @matiadami2.

05 diciembre 2014

Final abierto

Se fue la primera de las dos finales de la Copa Sudamericana y River se trae un buen resultado de tierras cafeteras, considerando que la llave se cierra en el Monumental. Fue un 1-1 versus a un Atlético Nacional de Medellín que tuvo a un viejo amigo de la casa, Juan Pablo Ángel, sentado en el banco en uno de los últimos partidos de su carrera.
Teniendo en cuenta lo friccionado que suelen ser esta clase de encuentros, la de ayer por la noche fue una gran final. “Un tiempo para cada lado”, repitieron hasta el hartazgo los comentaristas de los principales canales deportivos. Los primeros 45 fueron de supremacía verdiblanca. River entró desconcentrado y sufrió varias llegadas en los primeros veinte minutos. La defensa no lograba ordenarse y los colombianos exploraban los enormes vacíos que surgían a espaldas de los laterales: a Mammana le costó asentarse en una posición en la que no acostumbra a jugar –es naturalmente central- mientras que Vangioni tuvo uno de sus peores encuentros desde su arribo a Núñez. A su vez, los volantes locales abrían la cancha hasta sus límites, forzando a Sánchez y Rojas a dejar prácticamente solo a Ponzio, llevándolo a cortar repetidos ataques por medios de faltas que rozaron la tarjeta o a ser superado fácilmente por la simple superioridad numérica a la que se enfrentaba. Por su parte, Mora y Teo anduvieron muy por debajo de su nivel, mientras que Piscullichi, más allá de alguna gambeta aislada, no se encontraba con su juego. Finalmente, se hizo justicia y, cuando parecía que se zafaba del sacudón inicial, el colombiano Berrio aprovechó la espalda de Vangioni y definió con categoría frente a un Barovero poco decidido a salir de debajo de los tres palos. Lo que restó del primer tramo fue más de lo mismo, con un Nacional que pudo haber estirado la ventaja de haber sido un poco más preciso en los metros finales.
“Lo peor ya pasó”. Palabras textuales de Gallardo en el entretiempo. Vaya sí tenía razón: si jugando así estaba solamente un gol abajo, dar vuelta la historia no era una utopía. Sus palabras hicieron efecto y la actitud del conjunto millonario cambió radicalmente. Desde el inició tomó las riendas del partido y el balón comenzó a circular en los pies de Sánchez y Piscullichi. Luego de dar claros indicios de mejora, nuevamente Piscu y su zurda mágica hicieron algo que ya es costumbre: clavar un golazo de afuera del área.  
Minutos más tarde, el Muñeco, quien ya había hecho ingresar a Solari para oxigenar la banda derecha, mandó a la cancha a Cavenaghi en lugar de un deslucido Mora y se la jugó por el retorno de Kranevitter sacando al goleador de la noche. Este último cambio parecía dar el mensaje de que el empate le sentaba bien, pero la lectura del técnico fue más allá: Ponzio, quien levantó notablemente su nivel en el segundo tramo, estaba llevando a cabo una tarea sumamente desgastante y no iba a aguantar los 90 de seguir con el mismo sistema; por ende, decidió adelantarlo, plantar un clásico 4-4-2 y darle la tranquilidad de saber que Kranevitter cubría su espalda. River no perdió el control del partido ni tampoco llegadas al área rival, sino que se asentó mejor en su campo sin pasar grandes sobresaltos en el último cuarto de hora.

Se cerró en parda, podría haber sido para uno como para el otro. Dado que las más claras fueron para los cafeteros –milagroso travesaño tras un cabezazo de Pérez y yerro individual tras una mala salida de Barovero- y que en una semana la historia se cierra en Núñez, los dirigidos por Gallardo no deben estar disconformes con el resultado, conscientes de que están frente a una oportunidad histórica de sumar a sus vitrinas una copa que, hasta ahora, les fue esquiva.


Por Ignacio Alejane @nachoalejandre.

01 diciembre 2014

Lo último que se pierde

Por la fecha 18 del Torneo Transición 2014, River se reencontró con el triunfo luego de la caída ante el actual puntero, Racing. Fue un 3 a 2 trabajoso frente al Banfield de Almeyda, a quien se le entregó una merecida plaqueta por su incansable entrega por esta camiseta.
No fue bueno el primer tiempo de los dirigidos por Gallardo. El amplio dominio del balón no se correspondió con la cantidad de situaciones generadas. Apenas un remate de Teo que encontró bien ubicado al joven Servio –surgido de las inferiores millonarias- fue lo más cerca que se estuvo de alterar el marcador. Se recuperaba rápido y no se sufría atrás, pero la lentitud en los metros finales sumada a la falta de movilidad a la hora de desmarcarse, ahogaban a los laterales y volantes que llegaban con pelota a la altura del área. El sector elegido para perforar fue, casi siempre, la banda derecha, donde un inequívoco Mercado complementaba las iniciativas del joven Solari, quien alteró buenas y malas a lo largo del encuentro. El primer tramo parecía cerrarse en un cero a cero congruente con el adormecedor desempeño de ambos equipos, hasta que, luego de un jugadón individual, Bertolo la clavó en el ángulo izquierdo de Barovero en una soberbia definición.
Panorama negro para River: Racing había ganado 3 a 0 y, con este resultado, se despedía del campeonato. Ante el apuro, el técnico se la jugó y mandó a la cancha al mejor jugador del semestre, Carlos Sánchez, y al ídolo Fernando Cavenaghi. Nuevamente, la mano de Gallardo para los cambios fue determinante en el resultado.
Desde las primeras jugadas del complemento se vio a un conjunto diferente gracias al despliegue incesante del uruguayo. En sólo 12 minutos River estaba encima del marcador, producto de un gran remate de Cavenaghi de media distancia y de un cabezazo del propio Sánchez entrando por la banda izquierda, fiel reflejo de la versatilidad del 8 mentiroso de la Banda. Cuando el partido parecía encaminarse hacia un triunfo seguro, el Malevo Ferreyra –con quien el hincha ya perdió toda la poca paciencia que tenía- se hizo expulsar y, en el minuto posterior, Solari cometió un penalazo. Barovero esta vez no se “convirtió en héroe” –aunque sí lo hizo sobre el final con una serie de espléndidas atajadas- y Banfield empató.
Cuando parecía que el torneo le cerraba sus puertas, Sánchez recuperó, Solari se reivindicó armando un jugadón y el Torito llegó a los 101 goles con la camiseta que ama. A partir de allí, una buena defensa –con Pezzella como abanderado- sacó todo lo que tenía que sacar; en la única que falló, Trapito hizo lo suyo.

Como análisis final del encuentro, quedó demostrado lo mucho que cambia cuando ciertos hombres fundamentales saltan a la cancha. De tener un plantel más largo, Gallardo hubiera podido darle más descanso a ciertos jugadores y llegar mejor parado al último tramo del campeonato, el cual parece estar servido en bandeja para los de Avellaneda. Se dé el milagro o no, nada que reprocharle a este plantel que tiene a sus hinchas ilusionados con la doble corona hasta última hora; como bien dice el refrán, la esperanza, es lo último que se pierde…


Por Ignacio Alejandre @nachoalejandre.

Se levantó de la lona

Boca igualó 2-2 contra Lanús como visitante gracias a la frescura que imprimieron los jóvenes que ingresaron en el segundo tiempo. Dos goles de Acosta para el granate, uno de Insúa y otro de Calleri para sellar un empate con gusto a nada.
La idea era reponerse del knock out del jueves pasado. Salir al ring, golpeado, con heridas, machucado, pero dar la cara con varios jugadores que habitualmente no son titulares. Las clásicas “molestias” que sienten algunos profesionales previo a los partidos sin objetivos: caso Erbes o Díaz. No otros, como Orión, Calleri, Marín, Forlín, Gigliotti o Carrizo. Ellos dieron la cara en uno de los momentos más difíciles del equipo en el último tiempo.
Boca dijo presente en el cuadrilátero, pero en los primeros segundos del primer round, un cross y a la lona. Otra vez. La energía dedicada para salir del duro momento se vio perturbada por un golpazo: siesta de Marín y gol de Acosta. Sucedió algo parecido en el segundo gol. Un achique mal sintonizado, una gran triangulación ofensiva de Lanús, y una nueva anotación del ex Boca. La ley del ex, como siempre, vigente en el fútbol. El 0-2 traía señales casi apocalípticas. El primer tiempo de Boca fue una continuación de la semifinal. Castellani con pérdidas constantes en zonas en las cuales no se debe arriesgar –o no hacerlo de la forma en que lo hace-, Pérez tomando decisiones sumamente complicadas, Forlín intentando apagar el incendio de todos sus compañeros, y el desequilibrio de Carrizo por la banda izquierda sin posibilidades de anotar. El 0-2 estaba firmado, y Boca debía levantarse antes de finalizar el conteo.
El conteo llegó a ocho. Insúa decidió levantarse. Después de manifestar enormes gestos de vagancia en el retroceso y despreocupado de ocupar su zona defensiva permitiendo el ingreso de más de un rival a posición de peligro (Ejemplo: Ver jugada que Lanús pide mano de Forlín y concluye con un disparo forzado de Gonzalez que despeja Orion. Allí, Insúa tomó la determinación de frenar su trote y dejar la jugada al azar. En realidad, a las manos del uno), recibió de Calleri con un control brillante, que le permitió quitarse a su marcador de encima, y remató potente. 1-2. Primera situación del segundo tiempo y descuento.
Con esa escasa frialdad que lo caracteriza, empezó a revolear patadas. Continuamos con Insúa. Una al aire, y la segunda al tobillo de Benítez. Roja directa, sin excusas, para dejar a un equipo golpeado en la lona otra vez. Debió emerger el pequeñito Acosta, que evocó a aquel jugador desequilibrante en su aparición en primera. Recibió de Gigliotti, se llevó el balón, aprovechó el grotesco tropezón solitario de Somoza y asistió a Calleri, para el 2-2 final.
¿Justo? Se podría decir que fue un tiempo para cada uno. Lo cierto es que, tras la expulsión de Insúa, Cubas asistió insólitamente a Romero dejándolo mano a mano con Orion. El palo le dio otra vida a Boca, y la supo aprovechar. Cristaldo y Acosta le dieron aire fresco a Boca y supo aprovecharlo.

El equipo de Arruabarrena se levantó del knock out. El aire renovado de los jóvenes le permitió mantenerse con vida y terminar esta nueva pelea brindando otra imagen. La imagen de la garra, y de nunca darlo por vencido, ni aún vencido.

Por Matías Adami @matiadami2. 

30 noviembre 2014

Reponerse del KO

Desde las 21.30hs, Boca visitará a Lanús con el arbitraje de Jorge Baliño. La derrota del jueves dejó secuelas físicas en varios jugadores: Colazo, Meli, Gago, Díaz, Erbes y Chávez no serán de la partida por lesiones o “molestias”.

El knock out lo dejó en la lona. El 0-1 del Monumental fue un impacto demasiado fuerte como para quedar en pie. En estos tres días posteriores, Boca debió salir en camilla del cuadrilátero, recuperarse, y estar dispuesto a subir a un nuevo enfrentamiento –de menor envergadura- para brindar una mejor imagen y, por sobre todas las cosas, quedarse con los tres puntos. El asunto aquí es que el rival es Lanús. Equipo con 33 unidades (a dos de Racing e igual que River) cuyo entrenador es una gloria de Boca: Guillermo Barros Schelotto. Las suspicacias y habladurías estarán a la orden del día, pero no hay chicanas que valgan en un momento tan complejo como este. Es la necesidad de ganar, para cerrar el torneo con dos victorias y predisponerse para la pretemporada de la mejor manera.

Eso de recuperarse en tres días parece sumamente complejo. Diría que imposible. El vestuario xeneize post derrota contra River estaba destruido. Había jugadores quebrados en llanto, muy dolidos. ¿Reponerse en menos de tres días y salir a dar la cara en tan corto tiempo? ¿Sabiendo que no hay revancha de eso, aunque todos digan que el fútbol da revancha? Difícil.

Lo cierto es que Boca tendrá que jugar y Arruabarrena dispondrá un once que, aunque no está confirmado, sería: Orión; Marín, Forlín, Pérez, Insúa; Fuenzalida, Castellani, Cubas, Carrizo; Calleri y Gigliotti.

El sábado de Gigliotti también ha sido complicado. Las operetas dirigenciales para cargar la culpa a un solo jugador por la eliminación han sido burdas. Ningún hincha genuino habría colocado un pasacalle en la periferia de la institución para perjudicar así a un hombre del plantel. Menos que menos, por una circunstancia del juego como haber fallado un penal. Se habla de la posible salida del Puma del club, y parece ser que algunos dirigentes buscan incomodarlo para que tome una determinación.

El clima en Boca no es bueno y, de alguna forma, tiene lógica. Deberá salir al cuadrilátero a dar la cara, golpeado, machucado y dolido, pero con la idea en mente de que los colores que representan deben acostumbrarse a vencer, y no a ser vencidos. Por eso, la premisa de hoy es fundamental: reponerse del knock out, cueste lo que cueste.


Por Matías Adami @matiadami2. 

Una buena previa

En la despedida de su gente, previo a lo que será el Mundial de Clubes, San Lorenzo goleó por 4 a 0 a Estudiantes.

Vendaval de goles, lluvia, buen juego, viento y delirio del hincha “Cuervo” que se empapó hasta las uñas en el segundo tiempo. Todo eso tuvo la tarde del Nuevo Gasómetro en la nueva goleada del equipo y con una notable alza en su juego.

La primera etapa dejó poco pero tuvo sus ocasiones para cada bando, Cauteruccio, en una de las primeras acciones del juego, no pudo con Agustín Silva y para la visita Carrillo, de cabeza, se encontró con Torrico.

El complemento tuvo a los 4’ su quiebre en el partido y la polémica: Leandro Desabato cruzó a centímetros del área a Enzo Kalinski, pero Juan Pablo Pompei a instancias de su asistente Ariel Scime marcó penal. El infalible Néstor Ortigoza puso la ventaja para los de Boedo.

Mientras  la tarde se convertía en una noche cerrada y anunciaba el diluvio que luego vendría, Mauro Matos, cerca de la media hora y desde lejos, calibró la mira y la puso junto a un palo para dejar sentenciado el partido.

El 2-0 trajo los cantitos para el Mundial de Clubes y el anhelo del Real Madrid. Durante el delirio de la gente llegó el tercero desde el punto penal, nuevamente de la mano de Ortigoza, y a tres minutos del final Buffarini- de tiro libre- cerró la goleada “Cuerva”.

La próxima semana San Lorenzo cierra el torneo frente a Vélez y luego se subirá al avión con destino a Marruecos. Mientras tanto disfruta de una buena previa.

Por Carlos Souto @carlossouto11